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En busca de cumplir nuestro anhelo

KCR.
Hace unas semanas tuve el privilegio de conocer a una joven familia migrante aquí en Torreón, procedentes de Venezuela; entre tantas personas que pasan por La Laguna en busca de lograr sus sueños. Habían llegado hace dos semanas, los conocí durante un fin de semana más caluroso, el primer día de la ola de calor que ha imperado estos días.

Me dieron la oportunidad de acercarme y platicar con ellos, platicamos de su experiencia por nuestro país,  por nuestra ciudad y acerca de la travesía en "la bestia", me compartieron bastante de su tiempo y fue muy interesante conocerles un poquito entre los temas que se fueron dando en la plática, mientras me permitían tomarles algunas fotos.

Generalmente a quienes migran se les criminaliza, se les denigra, se les ignora, se les invisibiliza. Se les ve como rival, como invasor de nuestro territorio, y cuando les vemos pidiendo ayuda, lo primero son los prejuicios acerca de ¿porqué sólo extienden la mano?, la meritocracia en todo su esplendor ante la falta de empatía.

Familia Yee-Wah, circa 1949. Mi suegro al centro
junto a sus padres y hermanas. Detrás de
mi suegro, el tío de su padre por quien llegó a
Torreón.
  

Las personas migrantes no son diferentes de nosotros, si tan solo vieramos que hay muchas razones para abandonar su territorio, desde cuestiones económicas, políticas, de violencia, de emergencia climática o simplemente el derecho de todo humano a buscar mejores oportunidades de vida.

Hace un siglo, los abuelos de Esther, mi esposa, migraron y coincidieron en Torreón; ciudad joven que se atribuye un origen cosmopolita por la influencia  de las etnias diversas que aquí se congregaron y fueron parte significativa del desarrollo comercial de la naciente ciudad.  En 1911, en plena Revolución Mexicana, entre el 13 y el 15 de mayo, se dio un desdichado acontecimiento, la matanza de cientos de ciudadanos chinos. 

Los abuelos de Esther libraron este hecho, sin embargo no fueron ajenos a la persecución de chinos en los años subsecuentes, nunca lo mencionaron a sus descendientes y ellos no preguntaron, sólo hubo un silencio y la abstención del uso idioma de su origen con cualquier justificación, que evidencía, ante la actual ausencia de ellos, la renuncia a su identidad para evitar complicaciones, pero que atando cabos entre la historia y las anécdotas, es fácil entender.   

Sin embargo, algo que distingue esta región a pesar de lo agreste del territorio es la hospitalidad, no faltó quien tendiera la mano y con el valor que los abuelos tuvieron de mantenerse en esta tierra, en Torreón, formaron su familia, si no no hubiera conocido a Esther, y mi familia no sería la misma. Ahora que sé el origen de la familia de Esther, además de empatizar con ella, me hace identificarme, pues es de humanos buscar lograr hacer realidad nuestros sueños, yo sigo luchando por los míos en el mismo territorio.

La noticia esperada, lo lograron.

Esta linda familia venezolana partiría en los días siguientes con la intención de llegar a la frontera en busca del "sueño americano". Hoy por la tarde, recibí por mensajería instantánea, la confirmación que esperaba desde hace un par de días, lo habían logrado, ya están en los Estados Unidos; no sé en qué condiciones, sólo espero que allá al igual que aquí logren encontrar quienes les favorezcan. 

Todos estamos en una continua lucha por lograr nuestros anhelos, nadie está exento, ¿no sería formidable que nos tendieramos la mano?, las cosas serían más fáciles.

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